El señor Roberto se quedó lleno de esa gran adrenalina. Era una enorme energía la que le producía ver calzones colgados en los tendederos y querer llevárselos. Siéndose honesto a sí mismo, recordaba los buenos momentos cuando ya lo había hecho, en el anterior edificio, igual había una azotea como la que tenía ahora, con cuerdas para que todos los inquilinos pudieran tender sus prendas al ser lavadas, y como todo quedaba a solas por las noches y las tardes, podía subir a quitar una, echársela dentro del pantalón, incluso, dentro de su mismo calzoncillo, para que no se la llegaran a ver. Eso le gustaba muchísimo, le producía las mismas energías que le tenían latiendo el corazón a gran velocidad, por querer volver a hacerlo.
El señor Roberto recordaba la colección de calzones de chiquillos anteriores que pudo obtener con éxito, todos ellos no usaban pañales, eran de
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Y nunca dejes los pañales. :D