Bebito gigante - Capítulo 9

 






9

 

La llegada del amor

 



Gabriel fue caminando lentamente hacia la chica, quien también ya le estaba devolviendo la mirada. Los dos tenían nervios. La chica no sabía si ponerse de pie o quedarse sentada. Gabriel solo caminaba torpemente, con las manos en las bolsas. Luego con un poco de más valor, se inspiró para romper ese hielo, sabía que ella era, y le preguntó:

─Hola, buenas tardes. Una pregunta, ¿tú eres Carolina?

La chica le quedó observando los ojos claros al joven, con una mínima sonrisa afirmó la cuestión, pero luchaba por no hacerse evidente. Al final, sonrió más por reconocer lo apuesto del chico de su edad, poniéndose de pie. Gabriel sintió que su corazón latía fuerte, era una chica quien estaba ante él, una mujer auténtica, ya podía sentir su tenue perfume, respirar la fragancia de la crema en el cabello del sexo opuesto. Justo pudo ver la complexión de la chica, ella era delgada, caucásica como él, con cabellos lacios en color negro, mezclados con decoraciones rubias. Entonces, le conoció la voz a la chica:

─Sí, soy yo. Tú debes ser Gabriel, supongo.

─Claro.

─Mucho gusto. Yo soy Carolina, con quien hablaste en ya sabes dónde…

 

Los dos chicos se dieron un breve abrazo, emocionándose, tocándose los hombros y un poco las manos. Gabriel tomó asiento al lado de la chica.

Se sentaron en la banca, uno al lado de otro, con la vista hacia sus zapatos. Pasaron unos dos minutos en los que los dos no dijeron nada, y era que realmente no sabían cómo abrir la conversación. Hasta que Gabriel se animó, y le dijo:

─¿Y qué me dices de ti? ¿Has vivido siempre aquí en ciudad Galván?─.

Carolina sonrió, volteando a verle, y le dijo:

─Si, aquí nací. ¿Y tú?─.

─Si, también…

Los dos se sonrieron mucho, los ánimos permanecieron por segundos, pero luego quedaron en silencio, sin saber que más decirse, en la misma postura lateral, mirando a sus zapatos. Gabriel sentía ganas de hacer pipí, sus nervios por hablar algo bueno acerca de los pañales era grande. Cuando le llegó la idea de que Carolina fue quien le contactó en ese foro, ella propuso todo ese encuentro, y más cuando recordó que ella dijo vivir algo parecido a su castigo con pañales, le dieron las ganas suficientes. A ese nivel de vida donde su madre le veía desnudo en cada cambio de pañal y al darle una ducha, toda la vergüenza afrontada no podía ser superior a hablar con una chica sobre los pañales. Y como el chico valiente, le dijo a Carolina:

─Oye, Carolina, por lo del tema que venimos, ¿cómo te ha ido con eso?─.

Carolina se emocionó, sus mejillas se pusieron rojas como un tomate, pero era una emoción con un poco de incomodidad. En mujeres, para Carolina la emoción de esa pregunta era excitación, lo sentía en ese momento ahí al lado del sexo opuesto, esa vibración, esas cosquillitas provenientes de su vagina, lo único que hizo fue frotarse las piernas. Sonriente se puso casi en frente del chico en la barra donde estaban sentados, le observó entre las piernas a Gabriel para ver si no  estaba usando un pañal, teniendo bien la idea de cómo reconocerlos bajo los pantalones de hombres y mujeres, y le respondió:

─Sí, tengo mucho que contarte. Pero me gustaría fueras tú quien







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Y nunca dejes los pañales. :D