Bebito gigante - Capítulo 8




Puedes ver el vídeo arriba y ver al chico protagonista en vida. Para visualizarlo mejor en tu mente y verlo con su pañal puesto.





8

 

Una amiga del internet

 

 


Era ese mismo momento en que al joven Gabriel le seguían cambiando su pañal, ya le habían quitado las manchas de popó de todas sus bonitas, bien formadas pompas, ahora la señora Érika le pasaba una última toallita húmeda por sus entrepiernas y quitando algún resto pegado a los testículos de su bonito joven de 16 años, su bebito gigante, pero al ver la toallita en sus manos, no habían manchas de popó. La mujer echó  todos los papeles que usó dentro de una bolsa y también el pañal, haciéndolo bolita, cuidando que toda la popó esparcida en el algodón se mantuviera en su sitio, por batirse ahí mismo como si fuera mermelada. La señora Érika le olió las pompas a su joven para asegurarse que no oliera mucho a suciedad, pero sintió que aún olía a popó a pesar que ya estaba limpio, y lo mejor que pudo hacer, fue echarle un poco de aceite corporal, uno con el mismo aroma de los pañales. Gabriel levantó sus pompas, sintiendo las manos de su madre pasar por su línea, sin sentir mucha pena.

Por último le pusieron otro pañal, denso y absorbente. Gabriel estaba maravillado con la capacidad de ser de esos productos, con la empresa que los fabricó. El joven se quedó con la playera y el pañal a la vista para estar ahí en casa por esa tarde, y al ponerse de pie, ayudó a su madre con llevarse la bolsa con los restos de su limpieza a la basura. La señora Érika no se perdió la oportunidad de siempre, de ver a su chico de 16 años con sus pañales, sus bonitas pompas, esa hermosa curva colorida de algodón.

Mientras Gabriel iba caminando, pensaba en su celular, sabía que lo había traído a casa, no lo perdió en la escuela ni en la calle. La desaparición repentina de su dispositivo lo estaba vinculando con su madre, ella era la única que lo pudo haber tomado de donde lo dejó, no había nadie más, su padre no se hallaba por el momento. Sospechaba mucho que algo había hecho, algo mal, si no, no se lo hubiese quitado, pero por más que hacía agilizar sus pensamientos para descubrir la razón, no podía. Se preocupaba mucho por las tareas escolares, por las lecturas en los grupos donde enviaban información; además, porque quería seguir a las otras personas castigadas usando pañales como él, eran historias muy buenas, coincidían mucho con su vida, y le inspiraban para ser mejor joven con actitudes infantiles.

Por lo pronto, como era una bonita tarde, Gabriel se fue hacia su cuarto de nuevo, quería hacer uso de su computadora, y puso la mirada donde la tenía siempre. ¡Oh sorpresa! Tampoco estaba su computadora, y fue ahí donde comprendió que era su madre. Sintió un poco de enojo y entonces, fue con ella caminando rápidamente con el ceño fruncido, mientras el pañal le sonaba por cada uno de sus pasos.

Al llegar con ella, limpiaba su despacho en casa, teniendo cajas con documentos y tareas viejas de sus alumnos universitarios para tirar a la basura. Antes de decir una palabra, la señora Érika se le aproximó poniendo su mano derecha en el bulto frontal del pañal, luego pasó la mano por sus pompas palpando si estaba mojado o sucio de nuevo, diciendo:

─¿Ya se ensució de nuevo mi bebito gigante en su pañal? Mira que







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Y nunca dejes los pañales. :D